LOS MARTILLOS DE ULRIC - MULTIAUTOR

En el salvaje mundo de Warhammer, oscuros poderes se concentran en torno a la antigua ciudad de iddenheim, la ciudad del Lobo Blanco, situada en lo alto de la montaña.

LOS JINETES DE LA MUERTE - MULTIAUTOR

En el extremo norte se encuentran los Desiertos del Caos, un territorio impregnado por la magia corrupta de los servidores de los Dioses Oscuros. El helado país de Kislev, situado entre esa antesala del infierno y el mundo civilizado, se ha convertido en baluarte contra la creciente marea del mal.

LOS GUARDIANES DEL BOSQUE - MULTIAUTOR

Esta aventura de Warhammer está ambientada en la oscura selva de Athel Loren, patria de los elfos del bosque, un lugar lleno de misterios y peligros al que los humanos no se atreven a entrar.

SERIE GILEAD - MULTIAUTOR

1# LA VENGANZA DE GILEAD

Gilead se puso en pie, vacilante. La deslucida espada cayó de su mano y repicó sobre el suelo.
—¿Te atreves a hablarme de eso? —siseó—. ¡Galeth era mi hermano, mi gemelo! ¡Éramos un alma en dos cuerpos! ¿Lo recuerdas?
—Lo recuerdo, señor —respondió Fithvael, al mismo tiempo que inclinaba la cabeza—. Eso decían de ambos…
—¡Y cuando murió, yo quedé partido en dos! ¡La muerte entró en mi alma! ¡Diez años! ¡Durante diez años perseguí al asesino! ¡Busqué venganza! ¡Y cuando la obtuve, ni siquiera ese placer mitigó el dolor de mi corazón!

LA MARCA DEL CAOS - MULTIAUTOR

Las oscuras fuerzas del Caos son una amenaza permanente para las civilizadas tierras del Imperio. Sus constantes incursiones exigen a los humanos que se defiendan hasta sacrificar al último hombre si es necesario.

LA BESTIA DE ALDORF - MULTIAUTOR

Las calles oscuras y abarrotadas de Altdorf, la principal ciudad del Viejo Mundo, siempre han estado frecuentadas por rufianes y matones. Pero en esta ocasión la Guardia de la Ciudad se enfrentea al mayor desafío: un asesino tan salvaje que se ha ganado el sobrenombre de la Bestia.

EL VINO DE LOS SUEÑOS - MULTIAUTOR

El arma salió disparada de la mano de Reinmar, cuyos pies perdieron contacto con el suelo; en ese momento sólo tuvo tiempo para pensar que al aterrizar de espaldas quedaría indefenso ante el ataque de una daga o de unos dientes, y que sería aún peor si se golpeaba la cabeza y perdía el conocimiento. Cuando el hombre bestia saltó, un brazo de Sigurd trazó precipitadamente un enorme arco horizontal, con la mano extendida.