Secuestrada por un pirata del espacio, ella lucha con la tentación de dejar que saquee sus bienes.
Cuando su novio intenta asesinarla dejando a Megan en medio del océano hundiéndose sin esperanza de sobrevivir, la luz brillante que ve en el cielo nocturno no era su puerta de entrada al cielo, sino el inicio de un secuestro accidental por parte de un pirata espacial.
Megan agradecía que la hubiera rescatado, pero tenía un defecto. No podía tener la boca cerrada, no cerró la boca ni aun cuando la amenazó con matarla o subastarla al mejor postor. Y lo más extraño aún era que, a pesar de su decisión de no involucrarse con su captor, no podía dejar de anhelar su toque.