May, hija de los marqueses de Woodward, y Alexander Saint-Jones, marqués de Wilerbrough, se conocen desde niños y siempre han tenido una relación apasionada llena de reyertas cargadas de complicidad sobre cualquier cosa por la que mereciera la pena discutir. Pero el Grand Tour de él y una gira literaria de ella, convertida en reconocida escritora, los mantienen separados durante seis años, y solo la correspondencia, repleta de burlas sobre matrimonios, los mantiene unidos.
Cuando para la temporada de 1850 al fin se encuentran, May debería ser considerada una solterona y Alexander debería pensar seriamente en casarse. Y sin embargo Alexander no parece proclive a hacer lo que de él se espera, buscar una debutante a la que tomar como esposa, ni la familia de May cree que su hija deba rendirse todavía. De modo que la primera temporada de Alexander va a coincidir con la última de May. Y la relación, así como las divertidas y afiladas riñas que la caracterizan, no se ha enfriado en absoluto.
Por el contrario, ha tomado un cariz sorprendente y la pasión que siempre ha habido entre ellos parece desbordarse y envolverlos.
¿Quién iba a decirle a Kit que Emma no estaría interesada en casarse ni en formar parte de una de las mejores familias del Reino? Lo que parecía una proposición favorable y sencilla va a convertirse en una auténtica batalla campal, porque ninguno de los dos pretende ceder en su postura.
La señorita Emma Towsend es la única hija de un recién nombrado baronet sin relevancia social, casi una advenediza a los ojos de la aristocracia. Sus padres están convencidos de que si a su edad no ha recibido todavía una oferta de matrimonio es porque pasa demasiado tiempo cuidando del hijo de la que fuera su mejor amiga, fallecida de forma trágica, y muy poco en los salones de la nobleza. Ella, en cambio, sabe que la razón de su soltería es su origen y su exigua dote. Sin embargo, a sus veinticuatro años Emma se considera una privilegiada, es feliz con su vida sencilla y no desea atarse a alguien que pueda cercenar su recién descubierta libertad.
La esposa de Kit, lord Christopher Saint-Jones, falleció joven, dejando huérfano a su pequeño hijo y a él marcado para siempre por la tragedia que supuso la muerte de Anna. Para su suerte y la de su hijo, en su misma calle vive lady Emma, la mejor amiga de su difunta esposa, que adora al pequeño Alexander y a quien este considera casi una madre.
La solución parece sencilla para Kit: ser honesto con su amiga Emma y ofrecerle un matrimonio conveniente para ambos, donde ella logra el estatus social que su familia ansía y él una dama que le ayude con su hijo. Pero cuando es rechazado se da cuenta de que lo que desea de Emma es mucho más que nueva madre para Alex; acaba de descubrir que él quiere una esposa y, de repente, parece que solo Emma es apta para esa posición en concreto.
¿Ella una coqueta rompecorazones? ¿Ella una vanidosa cabeza hueca? Jared Morrington debe de ser estúpido si no sabe distinguir la amabilidad del flirteo. Y Edith tonta de remate, dado que ha decidido que quiere casarse con ese estúpido y con ningún otro. Ahora bien, antes hará que ese estirado descubra a qué clase de mujer está ignorando y solo cuando se disculpe decidirá si le da la oportunidad de cortejarla…
El mayor defecto de Edith es su amabilidad; bajo su hermosura se esconde una dama alegre que hace que todos los que están a su alrededor se sientan bien con ella… hasta el punto de que el resto de debutantes no pueden odiarla aun siendo la elegida como la favorita de ese año y los caballeros acaben pidiéndole matrimonio, convencidos de ser especiales para ella.
Para Jared Morrington, lady Edith Cramwell es una coqueta vanidosa que disfruta acaparando la atención de los hombres para romperles el corazón después. Sí, claro que también él ha caído bajo su embrujo, pero no hará el ridículo tratando de cortejar a la hija de los riquísimos marqueses de Woodward cuando ni siquiera tiene un título para ofrecer, pues es el tercer hijo de un conde. Así que se dedica a admirarla de lejos y a huirle cuando ella se acerca.
Lo que Jared no sabe es que Edith es tan amable como tenaz y que la joven está medio enamorada de él… o lo estaba hasta que descubre en cuán bajo concepto la tiene.
Eliza solo se casará por amor, sin importar el origen o fortuna de su amado; Robert busca una esposa que cumpla con su exigente lista de requisitos.
¿Deben casarse dos personas con ideas tan distintas sobre el matrimonio? La cabeza de la romántica Eliza le dice que no; el corazón del racional Robert suplica que sí.
¿Cómo no va a ser Eliza una romántica convencida, si vive rodeada de amor? Sus padres se quieren, sus tíos se adoran y sus hermanos y primos se han casado todos por amor. Y ella quiere también a su príncipe azul, alguien que pueda ver en ella más allá de su extrema timidez y le robe el corazón.
Lord Robert Wright, heredero del marquesado de Seanhall, tiene que casarse y lo hará como lo afronta todo en su ordenada vida: con raciocinio. Aunque es un caballero serio, práctico y sin paciencia para el cortejo, cuenta con su título y fortuna, factores suficientes para granjearse a la esposa que su posición le exige. Y tras leer el libro de las familias más nobles de Inglaterra, la elegida ha sido lady Eliza Illingsworth. Ahora solo tiene que pedir su mano a los marqueses de Woodward y concertar la fecha de la boda, porque así es como la gente civilizada se casa ahora que la Reina Victoria está en el trono y las extravagancias del rey Jorge han quedado atrás.
Pero va a descubrir que la familia de Eliza dista mucho de lo que un británico de bien consideraría «civilizado». ¿Debería desistir y cambiar de idea? ¿Qué clase de marqués será si acepta a alguien inferior a lo que su casa merece?
¿Qué hacer cuando dejas entrar a la tentación en tu casa, pero no puedes meterla en tu cama? El conde de Bensters va a conocer a la horma de su zapato: una mujer tan independiente y cabezota como él que, para su fortuna, también es igual de apasionada…
Lord Richard Cramwell, conde de Bensters, tiene todo lo que todo hombre podría desear: una familia muy unida, una fortuna y título que heredar y un patrimonio que gestionar que lo mantiene entretenido y alejado de los vicios de Londres, la ciudad en la que reside. Incluso la apariencia le es favorable, siendo considerado uno de los caballeros más atractivos de la alta sociedad. Pero su hermana Edith tiene que marcharse a India y se encuentra de repente al cuidado de dos sobrinos revoltosos y una sobrina demasiado inteligente para su propio bien, así que, de la noche a la mañana sus necesidades han cambiado: lo que Richard requiere es una niñera, y una inteligente que pueda controlar a la horda de criaturas de su hermana Edith.
La vida puso a lady Penelope en una difícil disyuntiva al quedar huérfana con diecisiete años: casarse con un viejo comerciante o irse a vivir con sus tíos, quienes siempre odiaron a su madre y la tratarían mal. Pero el carácter decidido de Penny no admitía dramas, así que desapareció de Yorkshire y viajó a Londres, donde trabajó en cualquier oficio que le diera de comer con dignidad: desde cantante en una cantina del puerto hasta dependienta. Al fin, y tras mentir sobre su experiencia, logra un puesto como institutriz de los sobrinos del joven conde de Bensters.
Y en ese punto, la vida que ambos creían tener resuelta comienza a complicarse. Para él, Penelope es demasiado: demasiado guapa, demasiado inteligente, demasiado mandona y demasiado todo. Para ella, Richard es muy poco: muy poco divertido, muy poco flexible, muy poco caballeroso y muy poco todo, en especial cuando están a solas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.