Samuel no tiene nada contra el matrimonio, pero la exigencia de Libertad de «virgen hasta el altar» le suena a cadena perpetua. Así que va a tener que conseguir que lo desee tanto como él a ella o no llegará cuerdo a la boda.
Libertad ha vivido los últimos cuatro años de su vida en un internado, sin recibir visitas de nadie. Para trivializar su pena se creó un mundo lleno de fantasía, palacios, princesas y amores novelescos. Lo que nunca imaginó es que el Príncipe Azul que iba a aparecer en su vida sería un profesor de kárate que, a diferencia de lo que pasa en los cuentos, no iba a conformarse solo con un beso…
¿Resistirá Libertad los apasionados besos y las sensuales, atrevidas y ardientes caricias de Samuel o será él quien tendrá que soportar como pueda una larga y ardiente espera hasta el día de la boda?
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