Una apacible mañana de junio de 1757, lord John Grey, aristócrata y oficial de alta graduación del ejército de su majestad, sale de su club londinense sumido en una profunda confusión. Acaba de descubrir un secreto perturbador, que afecta directa y gravemente a su prima Olivia. Con el fin de evitar un escándalo que podría arruinar el buen nombre de su familia, lord John decide tomar cartas en el asunto, pero un deber más urgente lo obliga a postergar sus planes: la Corona lo reclama para que investigue la muerte de un camarada de armas. Así pues, enfrentándose a una red de traidores y delatores que se extiende por diversas capas de la sociedad inglesa, desde las casas de mala reputación hasta las lujosas mansiones de la nobleza, lord John seguirá la pista de un escurridizo lacayo y una enigmática mujer, sinuosos personajes que tal vez puedan proporcionarle las claves de ambos casos.
Corre el año 1758. En plena guerra de los Siete Años, Gran Bretaña lucha junto a sus aliados en las tierras del Rin. Para lord John Grey y su hermano Hal, el campo de batalla supone una agradable tregua en la complicada situación que vive la familia y que amenaza con arruinar su honor. Diecisiete años atrás, el padre de lord John, el duque de Pardloe, fue hallado muerto con una pistola en la mano. Tras ese supuesto suicidio, corrieron rumores que lo acusaban de ser un traidor jacobita. Ahora, los fantasmas del pasado acosan a los Grey de una forma muy misteriosa: Hal ha recibido una página de uno de los diarios de su difunto padre, pero el muchacho, que tiene sus propios secretos, se niega a seguir indagando y le ruega a su hermano que haga lo mismo. Frustrado, lord John se embarca en una complicada investigación y pide ayuda al hombre que ha sido su prisionero y confidente: el escocés jacobita James Fraser, que revelará la pieza que falta de este asombroso rompecabezas... Atrapado entre su deber y su conciencia, lord John tendrá que decidir si vale la pena arriesgar la vida a cambio del honor de su familia.
Londres, 1760. Para Jamie Fraser, prisionero de Guerra puesto en libertad condicional, la vida no podía ser peor: no está cortando caña de azúcar en las Indias Orientales y tampoco está lo bastante cerca del hijo al que no puede reclamar como suyo. Pero la tranquila existencia de Jamie Fraser se está viniendo abajo, interrumpida por sueños de su esposa perdida y más tarde por la aparición de Tobbias Quinn, un antiguo camarada. Como muchos de los jacobitas que no están muertos o en prisión, Quinn sigue viviendo y respirando por la causa. Su último plan implica una antigua reliquia que unirá de nuevo a los irlandeses. Jamie no quiere ni oír hablar de nada de eso; ha renegado de la política, la lucha y la guerra. Hasta que lord John Grey aparece con un llamamiento que le alejará de todo cuanto ama una vez más. Lord John Grey, aristócrata, soldado y espía ocasional, se encuentra en posesión de un fajo de peligroso documentos que desvelan un crítico caso de corrupción contra un oficial británico. Pero también apuntan a un peligro más insidioso. El tiempo es crucial mientras la investigación le lleva a Irlanda, con un desconcertante mensaje en gaélico, la lengua de los escoceses de las Tierras Altas. Lord John reconoce el lenguaje demasiado bien gracias al tiempo que pasó como gobernador de la prisión de Ardsmuir, cuando estaba repleta de prisioneros jacobitas, incluyendo a un tal Jamie Fraser. Pronto lord John y Jamie se convierten en reacios compañeros de camino a Irlanda, un país cuyos oscuros castillos guardan temibles secretos y en cuyas ciénagas se esconden los huesos de los muertos.
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