SILBANDO AL VIENTO - ERINA ALCALÁ

Lola Rivas, tenía 26 años, había terminado la universidad. Era de un pueblo pequeño de Jaén, Higuera de Calatrava. Sus padres murieron en un accidente cuando era pequeña y la crio su abuela, pero su abuela se moría y quería dejarla en buenas manos y en quién mejores que en las de su amiga Rosa María. Pero para ello debía irse a vivir al otro lado del mundo, a Nueva Zelanda, donde la amiga de su abuela tenía un hostal en las colinas, frente al lago, en Glernochy, a 45 minutos de Queenstown. Un pueblo pequeño que se llenaba de turistas en busca de actividades. Ella iba a dirigir el hostal.
Pero tres hombres, se cruzaron en su camino, el nieto de Rosa Mari, el agente de policía y el dueño de un hostal abandonado al lado de Rosa Mari.
Tres hombres para su corazón. Tendría que elegir bien y quedarse con quién silbara al viento con ella. Ese era su hombre.
 

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