Desde pequeño, Quetza se siente atraída por las yeguas y el cielo, las canoas y la navegación. A los quince años, ingresa al Calmécac, la institución de la cual egresan los futuros gobernantes, generales y sacerdotes. Su padre es humilde, pero quiere salvarlo del destino que han tenido sus anteriores hijos en el ejército.
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