TRILOGÍA AMI - ENRIQUE BARRIOS

1# AMI, EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS

Pedro, un niño de 10 años pasa sus vacaciones de verano en un pueblo costero. Una noche, en la playa, traba amistad con un niño extraterrestre llamado Ami. Junto a su nuevo amigo, vivirá una serie de experiencias insólitas y sorprendentes: recibirá unas breves lecciones de vuelo, luego él y Ami viajarán a bordo de una nave espacial por diversos lugares del planeta e incluso visitarán otros mundos. Ami le enseñará a Pedro que el Amor es la ley fundamental del universo, que la evolución no es otra cosa que acercarse al Amor y que el ego es la barrera que nos frena y que impide que se manisfiesten nuestros mejores sentimientos.
2# AMI, REGRESA

Esta vez no regresa solo, le acompaña Vinka, chica proveniente de un mundo tan atrasado como el nuestro. Ella pertenece a la raza de los Swama, seres más evolucionados que los temibles Terris, que sólo buscan el poder y lo material, por eso justamente tienen el poder absoluto en aquel mundo parecido al planeta Tierra.
Entre las perlas de sabiduría y las bromas de Ami y de otros personajes, como el viejo Krato, visitan varios mundos evolucionados, otros no tanto, y poco a poco se va desarrollando una historia de amor entre dos chicos de mundos diferentes, pero muy parecidos en el fondo.
Pero para que ese amor pueda prosperar, ellos deben superar sus «prejuicios planetarios»…

3# AMI, CIVILIZACIONES INTERNAS

Lo material es solamente «la parte de fuera»; sin embargo, la felicidad tiene que ver con la «parte de adentro», y eso a su vez tiene que ver con el amor. Ése es justamente el Principio Guía de los mundos más adelantados que el nuestro: el amor, que es el origen de la Solidaridad. Allá se mira la vida desde un «nosotros», mientras que aquí sólo importa el «yo», el de las personas o el de los diversos bandos, llámense países, provincias, pueblos, equipos deportivos, religiones o empresas, y nadie coopera con nadie; al contrario, el egoísmo es nuestra actitud más natural, y de él deriva nuestro estilo de vida, impulsado por el viejo y cruel «motor» de esta «civilización», que es la famosa «competitividad», esto es, ni más ni menos que la prehistórica «ley de la selva», expresada en palabras elegantes. En esta tercera parte de las vivencias de Pedro con su amigo de las estrellas, la emoción y el misterio llegan a hacernos sentir que estamos participando en las aventuras de un James Bond interplanetario. … Pudimos ver cómo la nave se alejaba y se alejaba, no hacia lo alto, sino hacia el horizonte, transformándose en un punto de luz que se hacía cada vez menor. La emoción nos puso un nudo en la garganta, aunque por otro lado estábamos muy contentos porque para nosotros cuatro comenzaba una vida llena de promesas de felicidad. El cielo nocturno, sembrado de estrellas, estaba completamente despejado. Entonces se vio una línea de luz rosa que se elevaba desde el horizonte hacia las alturas; de allí surgió un racimo de corazoncitos de colores, como fuegos artificiales, que se fueron esfumando lentamente…

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