Diana siempre ha sido una conquistadora, pero su última relación le rompió el corazón y ahora intenta reunir los pedazos. Mientras tanto, el azar no se lo pone fácil y hace que acabe compartiendo piso con Julie; que con su chupa de cuero y sus tatuajes de chica mala es la más pura expresión de la tentación.
Julie también dejó de creer en el amor después de Adam. Tras su relación arrastra un dolor al que no ha sido capaz de enfrentarse ella sola, pero está en París para curarse y pasar página; y como es una jugadora tan experimentada como lo era Diana, no perderá la oportunidad de intentar arrastrarla a su juego.
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