Tom y Nadine son una joven pareja de detectives de la Brigada de Crímenes Graves en el Distrito 12 de Boston Central, acostumbrados a resolver todo tipo de crímenes. Aunque esta vez deberán lidiar con un enigma que afecta personalmente a uno de ellos, y que durante años ha sido un signo de interrogación para la comunidad: la pareja sentimental de Tom, Yvette, acaba de mudarse a «la casa de la abuela», tristemente célebre desde que unos años atrás todos sus habitantes desaparecieron sin dejar rastro, a excepción de la señora Neville —es decir, la «abuela». Yvette resta importancia a esos hechos turbios, y poco a poco Tom se va dejando convencer por ella.
Sin embargo, un inesperado hallazgo en la casa los conducirá a retomar la investigación. Así, Tom, Nadine y la propia Yvette entenderán que nada es lo que parece: que las casas, igual que las personas, tienen una historia imposible de negar, y que no es tan fácil enterrar al pasado en la fosa del olvido.
En la ciudad de Boston se reportan dos asesinatos de jóvenes en los barrios pobres. Dos de ellos son ricos, entonces, Tom y Nadine sospechan que no puede tratarse de una casualidad. Y mucho menos cuando los asesinatos continúan: crueles e implacables. ¿Quién estará detrás de estos crímenes? Tom y Nadine deberán indagar en las heridas del pasado de estos chicos para detener el derramamiento de sangre presente. Una novela que no da respiro a sus protagonistas, y tampoco se lo dará a los lectores.
El empresario Stephen Fairfax aparece asesinado en una casa que estaba construyendo, justamente, para su protección. Tom y Nadine encuentran una misteriosa frase en el lugar del crimen, y se entrevistan con el hijo y la viuda de Fairfax, cada uno con sus propios problemas y sus propios secretos. Pronto, los detectives descubrirán que la saña del asesino no se limita a la figura del patriarca de los Fairfax. Tom y Nadine se verán desafiados por un caso en el que los sospechosos son todos y ninguno, y cada posible respuesta es reemplazada por una nueva pregunta.
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